La perdiz, sus polluelos y la golondrina
 Había una vez una golondrina  que un día antes que lloviera, acostumbraba a salir a volar como señal de atraer el aguacero.
Pero una perdiz que había construido su humilde nido junto a un riachuelo imploraba a su dios a que no lloviera.
El loro, la putilla el picaflor; quienes conocían todo lo que tenía que suceder para llover y cual era la desgracia que podía ocurrir. Decidieron ayudar a la perdiz.
Cuando estaban llevando el nidito a otro lugar uno de los polluelos cayó precipitadamente, el hábil lorito con su piquito lo recogió y lo llevó al nidito.
En esos momentos la golondrina escuchó el bullicio y fue a ver lo que ocurría.
Al darse cuenta, volvió a salir a volar a los quince días ya cuando la perdiz y sus polluelos podían volar.
Moraleja: “Más vale prevenir al mal con tiempo que, después de
                   venido, buscar el  remedio”
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